Mientras los inmigrantes holandeses expandían la iglesia en Canadá, la Iglesia Reformada en Estados Unidos también pasó por cambios en la década de 1950, los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial y que abarcaron los años más tensos de la Guerra Fría. El ambiente social y cultural estadounidense aceptaba las iglesias y la religiosidad, aunque solo como un contrapunto al ateísmo practicado por los países enemigos en la Guerra Fría. Los estadounidenses que se mudaban a las ciudades y a los suburbios llevó a que la RCA invirtiera millones de dólares para organizar 120 nuevas iglesias entre 1949 y 1958; y por primera vez en la historia de la denominación, muchas de estas iglesias se iniciaron entre pueblos que no estaban familiarizados con el legado holandés ni con las tradiciones reformadas holandesas. En la década de 1960, la obra misionera adquirió un nuevo tono, ya que la Junta de Misiones en el Extranjero se puso un nuevo nombre: Junta de Misiones Mundiales.
Para recibir gustosamente a más personas de trasfondos distintos al holandés, la RCA formó cuatro concilios étnicos/raciales entre 1969 y 1980. Los concilios ayudan a la denominación a encarar y tratar los asuntos sobre la raza y la etnicidad, particularmente en lo que concierne a las personas conectadas con la RCA mediante las congregaciones asiáticas-estadounidenses y del Pacífico, las congregaciones hispanas, las congregaciones indígenas estadounidenses y las congregaciones afroestadounidenses.
Las mujeres han desempeñado siempre un papel vital en la RCA. Sus aportaciones comenzaron con actividades tales como iniciar y apoyar las misiones en Norteamérica y alrededor del mundo, y servir como misioneras. Hoy son misioneras, maestras, líderes de estudio, voluntarias, ancianas, diaconisas y pastoras. La aprobación denominacional de la ordenación de mujeres como ancianas y diaconisas llegó en 1972, aunque las mujeres habían sido ordenadas a esos oficios comenzando en 1970. La primera mujer en ser ministra de la RCA fue ordenada en 1973, y la ordenación al oficio de ministra fue abierta para todas las mujeres por decreto del Sínodo General en 1979.
Hoy las mujeres siguen envueltas en muchos tipos de ministerio en la Iglesia reformada. Decenas de mujeres son ministras ordenadas en la RCA; fungen de pastoras y ministras especializadas, cursan estudios de posgrado, y sirven en otros sitios sin paga. Casi un 50 % de los estudiantes en los seminarios de la RCA son mujeres, y se ha enviado a muchas mujeres como delegadas al Sínodo General.
En el 2000, la RCA se reunió para «Misión 2000», un evento de toda la iglesia cuyo fin era discernir y llevar el rol misionero de la denominación hacia el siglo XXI. La Declaración de Misión y Visión de la RCA —introducida en 1997— describe detalladamente el llamado de la iglesia; y la Carta de Pentecostés —compuesta en el evento «Misión 2000»— exhorta a las muchas congregaciones de la RCA a adentrarse en sus comunidades y marcar allí la diferencia para Cristo.
El énfasis en la misión continúa, tanto dentro como fuera del país. El documento «Discipulando a todas las naciones» trata sobre la necesidad y los métodos de ministrar a las personas alrededor del mundo en este nuevo siglo. Los ministerios urbanos se enfocan en las iglesias y en las personas que viven en las ciudades en Norteamérica. Dichos ministerios tienen el deber de recordar que, a medida que las ciudades crecen y se convierten en centros poblacionales, el futuro de la iglesia dependerá de cómo llega a la vida de las personas en las ciudades.
La iniciativa de misión mutua, desarrollada en 2002, reconoció que la Iglesia norteamericana necesita aprender de la robusta y creciente Iglesia en el hemisferio sur y en otras partes del mundo. La mutualidad fomenta el intercambio de personas, conocimiento y comprensión entre las iglesias norteamericanas —que llevan muchos años de establecidas— y sus contrapartes en África, Asia y Europa —que son más jóvenes, innovadoras y crecientes—.
En 2003, el Sínodo General adoptó «Nuestro llamado», una meta decenal que se enfoca en la plantación de iglesias nuevas y la revitalización de las congregaciones existentes. Mientras «Nuestro llamado» llegaba a su final, tuvo lugar un proceso de discernimiento denominacional que contó con la participación de miles de voces durante dos años. Las conversaciones a nivel de base desembocaron en la adopción de Transformado y Transformando en 2013, una visión de 15 años de duración para el discipulado, el liderazgo, la misión y el diálogo con la próxima generación. El personal de la RCA trabaja con las iglesias y los líderes eclesiásticos a fin de equiparlos para que den el próximo paso fiel para obedecer el llamado de Dios dentro de su contexto [particular].
Reformada y siempre reformando, la RCA ha entrado al siglo XXI, arraigada y establecida en una teología cuidadosa, y dedicada a crecer según el Espíritu la dirija.