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Estamos hablando
Declaración completa

Un llamamiento a la Iglesia para que ponga fin al acoso, los abusos y la violencia sexual contra mujeres y niñas

Desde la primera historia de nuestra fe, Dios ha pintado un cuadro de una realidad en la que las mujeres y los hombres reflejan juntos la imagen de Dios. En Génesis 1:26-27, Dios establece una visión -una visión que Dios califica de muy buena- de un mundo en el que hombres y mujeres por igual son tratados con dignidad, respeto y amor como personas creadas a imagen de Dios.

Sin embargo, no mucho después de que se lanzara esa visión, una narrativa insidiosa ocupó su lugar. Durante demasiado tiempo, las mujeres y las niñas han sido víctimas de acoso, abuso y violencia sexual en lugar de ser tratadas con la dignidad que Dios quiso para ellas. Las mujeres han compartido sus historias de dolor, sólo para que esas historias cayeran en oídos que no deseaban escucharlas. Muchas mujeres que se han atrevido a hablar han sido burladas y vilipendiadas.

Una cultura de la vergüenza y el secreto ha ahogado las voces de innumerables personas (hombres y niños incluidos). Estas personas no se han sentido seguras para compartir sus historias debido al temor real de que sus vidas fueran destruidas por quienes ocupan posiciones de poder. Esta cultura ha comenzado a cambiar en los últimos días y semanas, y nosotros en la iglesia estamos obligados a escuchar y responder.

Nos encontramos en un momento crucial. Movimientos sociales como la marcha de las mujeres o los hashtags #timesup y #metoo demuestran que la gente está lidiando con cómo responder a estas historias de dolor. Cada historia de #metoo ha reverberado en los corazones, en las vidas, en las comunidades y en todo el mundo. Estas historias han llegado incluso desde dentro de la iglesia, lo que vemos con el hashtag #churchtoo.

Creemos que la iglesia debe encontrar su voz y hablar.

Como secretario general interino del RCA Don Poest se lamentó"Con demasiada frecuencia, por nuestras actitudes y acciones o inacciones, hemos tolerado o alentado o participado en formas que han devaluado a las mujeres y niñas en nuestro medio, en lugar de honrarlas como hijas amadas de Dios". Esto no debería ser así. La iglesia debe pronunciarse en un momento como éste.

Si guardamos silencioSomos cómplices de la continua deshumanización de las mujeres y las niñas.

Si guardamos silencioNo podemos ser colaboradores de Cristo en la renovación del mundo y de las relaciones entre hombres y mujeres.

Si guardamos silencioSi no se hace caso de la llamada de Dios a ser agentes de cambio comprometidos con el trato digno de todas las personas.

Estamos hablando porque nos comprometemos a acompañar y defender a las mujeres y niñas que han sufrido acoso, abusos y violencia sexual.

Estamos hablando porque nos comprometemos a buscar formas sanas de convivencia entre hombres y mujeres.

Estamos hablandoAunque las palabras nos fallen y nuestras angustias nos hagan dudar de lo que podemos hacer.

Estamos hablando por nuestras convicciones cristianas y por el tipo de mundo en el que queremos vivir. Cuando se maltrata una parte del cuerpo, se maltrata todo el cuerpo. Cuando una persona sufre, todos sufrimos.

Nosotros, como mujeres y hombres, como hijos de Dios, como iglesia, nos oponemos valientemente a cualquier palabra, hecho o política que disminuya la dignidad de las mujeres y las niñas en nuestras comunidades. Y estamos obligados por la visión original de Dios para la humanidad a vive esta afirmación pasando a la acción. Estamos invirtiendo en el movimiento del Espíritu Santo para lograr la curación y la restauración hasta que cada persona sea valorada como alguien hecho a imagen de Dios.