La comunión, también conocida como la Cena del Señor o Eucaristía, es el regalo de Cristo a la Iglesia. La Cena del Señor es un medio por el que Cristo nos nutre, fortalece y reconforta continuamente.
Cuando celebramos la Cena del Señor, seguimos lo que hizo Jesús cuando partió el pan y bebió el vino con sus discípulos la noche antes de morir. Recibimos dones de pan y vino o zumo de uva. Damos gracias a Dios. Partimos el pan y servimos el vino. Compartimos la comida y la bebida con los demás. En estos sencillos actos, los creyentes experimentan un profundo misterio: Cristo mismo está presente y su vida pasa a nosotros y se hace nuestra.
¿Qué ocurre durante la comunión?
A través de nuestras oraciones y de compartir el pan y el vino, nos unimos a Cristo y, a través de Cristo, a los demás. En la mesa, recordamos lo que Dios ha hecho por nosotros. El acontecimiento pasado de la muerte, la resurrección y la ascensión de nuestro Señor viene al presente para que su poder vuelva a tocarnos, cambiarnos y curarnos. Nos reunimos en la mesa con alegría. Nuestro comer y beber es una celebración de nuestro Señor resucitado. Por el poder del Espíritu Santo, Cristo está presente con nosotros en la mesa y así damos gracias con alegría por lo que Dios ha hecho y está haciendo en nuestras vidas y en el mundo. Venimos a la mesa con esperanza. Esperamos con alegría la llegada del reino de Dios, cuando "el amor firme y la fidelidad se encontrarán; la justicia y la paz se besarán" (Salmo 85:10).
Los cristianos reformados no creen que el pan y la copa se transformen físicamente en el cuerpo y la sangre de Cristo.
Lo que dicen las Normas sobre la comunión