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Lo que podemos aprender del encuentro de Jesús con la mujer sorprendida en adulterio

Por Ben Aguilera

Los cristianos pasan mucho tiempo hablando del amor. A veces me pregunto si usamos tanto la palabra "amor" que olvidamos su poderoso significado.

Esto es lo poderoso que es el amor:

Una mañana, Jesús se levanta temprano para ir al templo. Mientras está enseñando, los líderes religiosos se abalanzan sobre él, arrastrando a una mujer tras ellos. La arrojan al suelo cerca de los pies de Jesús y le gritan que acaba de ser sorprendida en un acto de adulterio. Entonces ponen a prueba a Jesús, recordándole la ley de Moisés y preguntándole si deben empezar a apedrear a la mujer. Jesús, después de mirar compasivamente a la mujer, se inclina y dibuja algo en la arena. Luego se vuelve a levantar y dice: "El que esté libre de pecado que sea el primero en arrojarle una piedra" (Juan 8:7).

Después de que Jesús dice esto, los líderes religiosos comienzan a alejarse, uno por uno. Jesús, haciendo caso omiso de las violentas exigencias de la ley, mira a la mujer y le dice que se vaya y no peque más.

Este es el poder del amor. En esta historia, Jesús conoce la ley y conoce su pecado, pero mira más allá de ellos a una persona que es obviamente un reflejo roto de Dios.

Jesús ve el verdadero ser de la mujer, un reflejo del amor perfecto de Dios creado a su imagen. Sabiendo que los líderes religiosos estaban tratando de engañarlo, Jesús tomó el camino del amor, aunque eso significara que él mismo podría ser apedreado.

¿No se supone que debemos vivir y amar como Jesús? Esta historia nos llama a vernos a nosotros mismos y a nuestro prójimo como reflejos de Dios. Vivir a través de este poderoso amor no sólo cambiará la forma en que te ves a ti mismo, sino que cambiará la forma en que ves el mundo. Este amor no es un amor barato; nos llama a la acción.

Como Iglesia, no olvidemos el poder del amor ni descuidemos nuestra llamada a defender a los huérfanos y a las viudas y a amar a los inmigrantes en nuestro entorno. Nuestra oración debe ser que el Espíritu Santo nos revele nuestros propios puntos ciegos, los tablones de nuestra visión, para que veamos a nuestro prójimo -a través del poder del amor- como un reflejo de Dios.

Ben Aguilera es pastor de la comunidad y del compromiso global en la Iglesia Reformada Conmemorativa de Cristo en Holland, Michigan. "Mi voz" comparte las opiniones y experiencias de mujeres y hombres de la RCA de entre 18 y 29 años.