Ir al contenido principal

Parecía una idea modesta: buscar en Google "cómo cultivar uvas a partir de semillas". WikiHow me dio 10 sencillos (o no tan sencillos) pasos:

Por Tom De Vries

Parecía una idea modesta: buscar en Google "cómo cultivar uvas a partir de semillas". WikiHow me dio 10 sencillos (o no tan sencillos) pasos:

  1. Elija la variedad adecuada (hay miles de opciones).
  2. Obtenga las semillas de uva (cómprelas o consígalas de un amigo).
  3. Asegúrese de que las semillas son viables (las semillas firmes son mejores, y si las pone en agua, las semillas viables se hunden).
  4. Prepara las semillas (hay que lavarlas, no quieres que estén sucias... pero no las pongas en suciedad?!).
  5. Estratifique sus semillas (déjelas reposar en el suelo durante el invierno para prepararlas para el proceso de germinación; puede acelerar el proceso con un refrigerador).
  6. Planta tus semillas (les gusta que esté caliente y húmedo, pero no demasiado).
  7. Trasplanta tus plántulas (quieren macetas más grandes cuando lleguen a tres pulgadas, y quieren salir al exterior cuando alcancen las 12 pulgadas).
  8. Plante sus vides en el suelo (mucho sol, buen drenaje, a unos dos metros de distancia).
  9. Apoye adecuadamente sus uvas (necesitará un enrejado o un cenador, quizá también algo de alambre).
  10. Cuida bien tus plantas y prepárate para esperar (hasta tres años hasta que den fruto).

En Juan 15, cuando Jesús habla del cultivo de la uva, parece sencillo, doloroso, pero sencillo. Cuando lees sobre ello en Internet, parece largo y complicado, con muchas esperas. Sin embargo, ¿por qué deberíamos pensar que la transformación es sencilla? ¿O que debería ser rápida? ¿O que debería ser fácil?

Jesús proporciona instrucciones para el desafío de crecer desde una semilla hasta una parte de la vid que produce frutos:

1. Nuestra posición es crítica: conectados a la vid, a Jesucristo.
2. No intentes dar fruto por ti mismo.
3. No infravalores la poda.
4. Dar frutos. Da frutos que duren.

Es una transformación significativa que tiene lugar desde la semilla hasta el fruto. Comienza con un grano con potencial, y se transforma en una rama que da vida y está conectada a la vid. Reconocemos la mano sabia y amable del jardinero, que nos ayuda a crecer y madurar hasta convertirnos en ramas que dan fruto.

Cultivar la transformación en Cristo es este tipo de experiencia transformadora. Es reconocer la obra milagrosa de Dios en el proceso -que nos hace pasar del potencial a la fecundidad- y acoger el cambio que se produce en nosotros y a través de nosotros.

A medida que nos involucramos en el viaje de Transformados y Transformadores, me emociona ver las muchas vidas que serán cambiadas, creciendo desde la semilla hasta las ramas que dan fruto; escuchar los cientos de historias de personas que se conectarán con Jesús y experimentarán un cambio como nunca antes lo habían hecho; observar un movimiento de personas de la alianza que están poniendo su fe en acción porque la relación que comparten les da poder para vivir y amar como Aquel a quien siguen.

Nos aventuramos con una humilde propuesta: seguir radicalmente a Cristo en la misión juntos, siendo el pueblo de Dios transformado y dispuesto a ser los agentes transformadores de Dios en nuestro mundo. Llevará tiempo. Requerirá nuestro mejor esfuerzo. Habrá dolor. Será fructífero. Estará marcado por el amor y la alegría. Traerá la gloria de Dios.

Tom De Vries es secretario general de la Iglesia Reformada en América.