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Jilbert, un joven agricultor, está participando en un programa de formación agrícola de cinco años a través del CEPAD, un socio misionero del ACR en Nicaragua. Con sólo un año de formación en su haber, tiene mucho que mostrar: piñas, calabazas, remolachas y naranjas.

A pesar de la sequía del año, Jilbert está entusiasmado con sus cultivos.

Jilbert, un joven agricultor, está participando en un programa de formación agrícola de cinco años a través del CEPAD, un socio misionero del ACR en Nicaragua. Con sólo un año de formación en su haber, tiene mucho que mostrar: piñas, calabazas, remolachas y naranjas.

Mientras da una vuelta por su granja, Jilbert se detiene para describir las prácticas agrícolas sostenibles que ha aprendido, como el compostaje y la fabricación de pesticidas sin productos químicos. A veces, Favio, el formador local del CEPAD, le interrumpe para aconsejarle sobre una planta concreta. En la calabaza, Jilbert se detiene, se agacha para recoger la última calabaza de la temporada y la abre. Guardará sus semillas para plantarlas el año que viene. Cuando llega a la pila de compost, sonríe con orgullo. Metiendo la mano en el compost, saca un puñado de tierra oscura y rica. Al igual que la tierra del compost, su granja se ha transformado.

Desde que comenzó el programa, Jilbert ha dejado de plantar únicamente maíz y frijoles, los cultivos básicos de Nicaragua. Al diversificar sus cultivos, Jilbert proporciona a su familia una mejor nutrición, mantiene su suelo fértil y aumenta sus ingresos al vender sus productos. Y lo que es más importante, tiene una mayor seguridad alimentaria. Si uno de los cultivos falla durante la sequía, puede confiar en los demás para obtener alimentos e ingresos.

Jilbert participa en el programa de formación con miembros de su comunidad, Quebrada Honda. Mientras otros agricultores se enfrentan a una crisis alimentaria, Jilbert y los demás participantes están aumentando la producción de alimentos, mejorando la economía y protegiendo los recursos naturales. En sólo tres años, pasarán de cultivar únicamente productos básicos a producir más de 25 variedades de frutas, verduras y árboles madereros.

En cada una de sus 42 comunidades, el CEPAD forma a cinco agricultores, que luego enseñan las técnicas a cinco de sus vecinos. A medida que la formación se extiende, comunidades enteras obtienen deliciosos alimentos para sus mesas y nuevas esperanzas para el futuro.