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Louis Lotz ve la gracia de Dios en pequeños momentos y lugares inesperados.

Por Louis Lotz

Había un arroyo cerca de la casa de mi infancia, a un rápido paseo en bicicleta por la carretera, y yo iba a pescar siempre que podía. En nuestra casa se discutía si estaba permitido pescar los domingos por la tarde. Mamá no lo aprobaba. A papá no le importaba. Yo argumentaba que los discípulos de Jesús eran pescadores y que era mejor pensar en Dios mientras se pescaba que pensar en la pesca mientras se estaba sentado en la iglesia. Al final, la convencí.

Bajaba al arroyo con el bolsillo lleno de lombrices. Me adentraba en las aguas poco profundas y allí pescaba. Un domingo por la tarde, se produjo una especie de milagro en el arroyo, al menos a mí me pareció un milagro. Sentí un ligero golpe en la cabeza y luego varios golpes en los hombros. Hubo pequeñas salpicaduras en la superficie del arroyo, y luego el agua comenzó a hervir con peces, todos subiendo a comer. Llovían moscas de mayo, miles de moscas de mayo, millones. Atrapé varios peces, pero al cabo de un rato me detuve y me quedé mirando, perdiéndome poco a poco en la maravilla de todo aquello. Fue un momento muy satisfactorio.

Llevé a mis hijos a pescar cuando eran pequeños. No se aficionaron a la pesca como yo cuando tenía su edad, pero nos divertimos. Ahora tienen sus propias carreras y familias y no tienen mucho tiempo para pescar. Pero un día del verano pasado, mi hija y mi yerno vinieron de visita con su hija de tres años, mi nieta. Después de cenar, mi hija dijo: "Lorelei, apuesto a que si se lo pidieras, el abuelo te llevaría a pescar". Así que nos dirigimos al estanque de mi vecino. Allí, en la penumbra, coloqué una lombriz en el anzuelo y la ayudé a lanzarla en la parte más profunda, y cogimos algunos peces, y poco a poco me perdí en la maravilla de todo aquello.

La gracia de Dios llueve sobre nosotros desde el cielo. Las bendiciones de la fe, de la memoria, de la maravilla de la creación, están a nuestro alrededor, golpeándonos en la cabeza, cayendo a nuestros pies como mucho maná.

A veces pierdo de vista las bendiciones de la vida, y me alejo de ese lugar de bendición. Pero siempre lo vuelvo a encontrar. No es difícil de encontrar. Es sólo un paseo rápido por el camino.

 

"Señales del Reino" está escrito y refleja las opiniones de Louis Lotz, un pastor jubilado de la RCA que vive en Hudsonville, Michigan.