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En la historia del ACR, cientos de personas han dado todo lo que tenían para servir en la misión. ¿Qué estamos llamados a dar los demás?

[John y Harriet Scudder; foto por cortesía de los Archivos RCA]

Un verano durante la universidad, mi amigo Fred y yo estábamos trabajando en un campamento y decidimos pasar el fin de semana en casa de mis padres. Ese domingo, en la iglesia, el plato de la ofrenda se dirigía hacia nosotros cuando Fred se dio cuenta de que el único efectivo que tenía era un billete de $50. Había planeado dar, pero no había planeado dar todo lo que tenía.

Sacrificios. Todos los hacemos. ¿O no?

En 1819 John y Harriet Scudder hicieron un sacrificio. Dejaron a su familia, sus amigos, su trabajo y la seguridad de su hogar para servir en Ceilán (ahora Sri Lanka) como los primeros misioneros del ACR. Desde entonces, cientos de otros han hecho inmensos sacrificios personales para servir en el nombre de Cristo en todo el mundo.

Dios llama a algunos a dejarlo todo por el campo misionero. Pero, ¿qué sacrificio estamos llamados a hacer los demás?

Hay una historia en la Biblia que puede darnos una pista. En Lucas 18, un joven gobernante rico se acerca a Jesús, preguntándose qué hace falta para heredar la vida eterna. El joven ya cumple todos los mandamientos.

"Todavía falta una cosa", le dice Jesús en el versículo 22. "Vende todo lo que tienes y reparte el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven, sígueme". Jesús le pide un verdadero sacrificio.

Dios ha confiado a cada uno de nosotros recursos importantes -tiempo, talento y tesoro- que podemos utilizar para apoyar a otros. Los colaboradores de la misión pueden servir porque nosotros, sus compañeros, hacemos sacrificios.

Los sacrificios que hacemos son diferentes a los que hacen ellos. Podemos rezar por ellos, enviarles correos electrónicos o cartas de ánimo, servir en equipos misioneros de corta duración o hacer donaciones económicas. Todos estos sacrificios por nuestra parte les permiten servir.

Cuando hacemos estos sacrificios propios, se nos recuerda el gran pero valioso costo de seguir a Cristo en la misión. Al escuchar las historias de los colaboradores de la misión en todo el mundo, que hacen verdaderos sacrificios por Dios, debemos preguntarnos: "¿Qué sacrificio haré yo?"

Resulta que mi amigo Fred estaba dispuesto a sacrificarse. Puso la cuenta en el plato de ofrendas. ¿Y adivina quién tuvo que pagar la gasolina en el camino de vuelta al campamento?

Nota del editor: Los colaboradores de las misiones del ACR no reciben apoyo de las evaluaciones. Es sólo la generosidad de las personas, las iglesias y las empresas lo que hace posible su servicio. Para asociarse con las misiones del ACR, visite www.rca.org/mission, correo electrónico kneevel@rca.orgo llame al 616-541-0886.

Ken Neevel es director de desarrollo y facilitación del ACR. "More Than Enough" reflexiona sobre cuestiones de fe y mayordomía.